“La felicidad real es ‘faltacidad’, felicidad con faltas, incompleta” Gabriel Rolón
Gabriel Rolón, psicoanalista y autor de libros de crecimiento personal.
Tengo 62 años. Soy de Buenos Aires. Soy psicoanalista, y autor y actor de ponencias teatralizadas. Estoy enamorado de Cyntia Wila. Tengo dos hijos, Lucas (38) y Malena (30). ¿Política? Centroizquierda. ¿Creencias? Mi dios es el inconsciente y Freud es su profeta.
Más allá de la ilusión
Gabriel Rolón es el autor que más libros –sobre terapia psicoanalítica y crecimiento personal– vende en Latinoamérica, con más de dos millones y medio de ejemplares vendidos de doce títulos en quince años. El último es La felicidad. Más allá de la ilusión (Paidós), que combina rigor teórico y palabras llanas: “Si no puedes contar algo con sencillez, ¡es que no lo has entendido!”, afirma Rolón. Divulga mediante sus libros y también imparte charlas teatralizadas de una hora, en las que escenifica casos reales vividos con sus pacientes, encarnados por un actor, para ilustrar lo que sabe sobre el inconsciente y el psicoanálisis freudiano. Me despide con un chiste sobre argentinos que, como los buenos chistes, no lo es, y que dice así: “Argentina es una enfermedad que nos gusta padecer”.
Argentino y psicoanalista.
Suena a chiste, ¿eh?
Un tópico… ¿fundado?
Todo argentino desea psicoanalizarse: somos así.
¿Por qué lo desean?
Porque estamos hechos de ausencias.
¿Por inmigrantes?
Personas solas… que se escuchaban.
Como los psicoanalistas: entiendo.
El arte de la palabra y la escucha consuela.
¿Hay más psicoanalistas en Argentina que en otros sitios?
¡Sí! Los argentinos rendimos culto a la amistad… y a la salud mental. “¿Estás bien?”, te preguntará un argentino. “Sí”, dirás. “¿Seguro?”, repreguntará.
¿Ahorran así en pastillas?
Yo derivo a pacientes al psiquiatra, que les da fármacos, y yo le pido: “No me lo devuelvas feliz, solo calmado”.
Drogado… lo justito.
Así yo podré trabajar con él, podremos juntos llegar más allá del síntoma, viajar a la raíz de la dolencia.
Que está en el inconsciente, ¿no?
El psicoanalista es el Virgilio que acompaña al paciente a los círculos de su infierno.
¿Y cómo le guía en ese viaje?
Planteando dos preguntas: quién soy y qué deseo.
Se las planteo yo. Una: ¿quién es usted?
Me he construido sobre mis ruinas.
¿Qué ruinas?
Nací en una calle terrosa, en una casa de chapa, mi padre era albañil… pero leído.
¿Leído?
Abandonado de niño en un orfanato, nadie le visitaba y se refugió en los libros. El albañil había leído a Tolstói.
¿Qué le legó su padre?
Yo tenía varios estudios a medias… y sentí que quería ser psicólogo: “Pero es tarde –dije–, porque terminaría con ya 30 años”. Y ahí mi padre… me iluminó.
¿Qué le dijo?
“Treinta años los tendrás, mejor tenlos siendo lo que quieres ser”. Y añadió: “Nunca me avergonzaré de un hijo que fracasa, sí de un hijo miedoso de fracasar”.
¡Me lo apunto!
Y mi madre nunca se doblegó pese a sus muchas pérdidas: su fortaleza me formó.
Cuente.
De chaval quise ser músico. No teníamos para piano: me compró una guitarra barata. Un día de tormenta decidí quedarme en casa, faltar a clase de guitarra… ¡Ay!
¿Qué?
“Ah, ya veo que no quieres ser músico. Mañana vendo la guitarra”, soltó mi madre. ¡Corrí a clase bajo la lluvia!
Se ha construido sobre ruinas, decía.
Y aspiro a morir viviendo.
Eso responde a la segunda pregunta: ¿qué desea usted?
Y vencer miedos. Y aceptar incertidumbres. Y amar mejor.
Pero, por encima de todo, ¿qué desea?
Conservar la capacidad de emocionarme con el otro.
¿Llora con sus pacientes?
A veces sí.
¿Es usted feliz?
La felicidad es una ilusión.
¿No existe la felicidad?
La felicidad completa en la que nos hacen soñar es imposible, ilusión: no existe.
“La felicidad es una decisión”, me enseñó un lama.
¿Se lo diría a padres que acaban de perder a un hijo?
Pueden intentar llenar esa muerte.
Ya no es felicidad, es faltacidad.
¿Qué es faltacidad ?
La faltacidad es la felicidad horadada por sueños incumplidos, heridas, fracasos… Felicidad sin idealizar: incompleta, faltada de todo lo que no controlas.
Cambio felicidad por faltacidad , le diré al lama.
Se trata de llegar a ser buena persona.
¿Qué es ser buena persona?
Ser capaz de gratitud, virtud suprema. ¡Ardan en el noveno círculo del infierno los ingratos!
¡Ardan eternamente! Y del amor, ¿qué?
Transitamos entre dos enigmas: muerte y sexualidad. Cubiertas tus necesidades, respirar, comer, te mueve el deseo: el erotismo es fusión de biología y poesía.
Soy animal erótico, entiendo.
Todo ser humano es una criatura deseante. El deseo se interpone entre tú y la muerte. Un día dejas de desear: depresión o muerte.
¿Cómo enseñar a un hijo a ser feliz?
Siendo felices ellos. Respetuosos, pacíficos, amorosos. Y usando la palabra.
¡La palabra! Sale el psicoanalista…
Sin querer tener razón siempre: mejor tener paz que tener razón. Solo procuro no desviarme de lo que deseo ser. Que después de muerto, si alguien habla de mí, pueda contar un cuento bonito.
Contra de la Vanguardia publicada el día 25.05.2024
Si quieres recibir cada viernes un correo inspiracional, con píldoras de entendimiento y cápsulas de comprensión, solo necesitas regalarnos tu correo electrónico, aquí.
Si quieres saber un poco mas de mi: Francesc.
Si quieres saber un poco mas de las sesiones individuales y grupales de coaching sistémico.