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“Hay que abrazar la emoción, pero decidir la conducta”

Tengo 46 años. Nací en Tarragona y vivo en Barcelona. Casado y con una hija (6). Trabajo en la Fundación Salud y Persona. Soy consciente de que las ideas políticas dependen más de nuestro entorno que de nosotros mismos, así que tengo total desapego a la política. Me esfuerzo en ser creyente, pero no lo consigo.


Ir a trabajar es saludable

Nos avergüenza más decir que tenemos un problema personal que un problema profesional, la mayoría casi alardeamos del estrés que tenemos en el trabajo y nos avergonzamos de sentirnos tristes o frustrados, asegura, y también defiende que ir al trabajo nos da buenos hábitos, como madrugar, ducharte, vestirte, salir a la calle y realizar tareas que exijan esfuerzo y satisfacción. Sabiendo que la mayor parte de problemas psicológicos no se deben al trabajo, sino a nuestra vida personal, Savin propone que dejemos de escoger las conductas en función de nuestro estado de ánimo: si estoy triste, hago cosas de triste y eso empeora el ánimo. “No solemos escoger bien la conducta que nos conviene”, lo cuenta en El maestro. Diez lecciones sobre la vida, la muerte y el amor (Kairós) que ha escrito junto al psicólogo Joan Piñol.


¿El trabajo nos amarga?

El trabajo es una suerte, hemos de ser conscientes de su importancia, y no estoy hablando de nómina y contrato laboral.

¿De qué está hablando?

De poder ejercitar mi esfuerzo y sacar provecho para mí y para los demás. Además, el trabajo te ordena el día.

El teletrabajo nos da libertad.

De acuerdo, tiene una parte positiva que es la libertad y la flexibilidad, pero tiene el inconveniente de que muchas personas que no tienen un buen estado de ánimo eligen cosas que les perjudican, como no asearse, no salir a la calle o no relacionarse.

Se trata de elegir bien.

La mayoría de las personas cuando eligen libremente, eligen mal, acaban escogiendo conductas que perjudican su bienestar psicológico, su estado de ánimo.

¿Y por qué hacemos eso?

Porque escogemos en función de la emoción que sentimos y no de la que queremos sentir. Hacemos cosas coherentes con lo que estamos sintiendo, y lo coherente con la tristeza es el abandono y la soledad, y lo coherente con la alegría es el relacionarme, salir, pasear, cuidarme, arreglarme.

¿Hay que llevarse la contraria?

Hay que hacer lo posible para hacer aquellas conductas que nos convienen.

Pero, si estoy triste, no estoy para fiestas.

Hay que darle espacio a la emoción, pero no permitir que secuestre mi conducta, no permitir que la emoción pase por encima de mi voluntad.

Cuando estás triste quieres recogerte.

Las emociones tienen que ver con la supervivencia. La ira es la consecuencia de un abuso y me lleva a la furia, el amor a tener energía y la tristeza tiene que ver con una pérdida.

¿La emoción nos da información útil?

Sí, pero lo que me inspira hacer a menudo me perjudica. Ahora sentimos miedo de cosas de las que no podemos escapar corriendo como hacían nuestros ancestros, pero como soy un ser racional decido hacer lo que me conviene y no lo que me apetece.

Deme una clave esencial para que mi día a día sea mejor.

Abrazar la emoción y decidir la conducta. Me voy a permitir estar triste, pero no que la tristeza decida qué es lo que voy a hacer hoy.

Cada año se suicidan 4.200 personas en España.

Ninguna persona que hace una conducta suicida lo hace por una elección libre. Cuando una persona quiere quitarse la vida es porque la alternativa le resulta todavía más dolorosa que traicionar el instinto fundamental de cualquier ser vivo.

Sobrevivir.

Hay que entender que salud mental y felicidad no son sinónimos. La salud mental se corresponde con la coherencia entre lo que estoy viviendo, lo que pienso y lo que siento.

¿Cuál es el problema?

Que hay personas que se sienten tristes o angustiadas por motivos que no están sucediendo, por ejemplo la persona hipocondriaca cree que tiene una enfermedad que no tiene. Lo que podemos hacer para paliarlo es coger el hábito de expresar las emociones.

¿Cómo curar el desánimo existencial?

En la consulta hay determinados temas que mejor no tocarlos, y el del sentido de la vida yo se lo dejaría a los poetas y a los filósofos.

Me ha sorprendido.

Yo creo en la felicidad del momento, que es el disfrute. A mí me gusta navegar, soy motero, disfruto de mi pareja, de mí hija, de los buenos amigos.

Lo tiene todo.

También pongo de mi parte: programo mi ocio, consciente de que no siempre será satisfactorio; si un día no lo disfruto, al día siguiente vuelvo a estar comprometido con mi programa. Hay personas que, cuando hacen algo y no lo disfrutan, lo eliminan de su vida y cada vez tienes menos cositas que disfrutar.

¿Felicidad es hoy una palabra dolorosa?

El problema es que interpretamos mal las emociones, hemos confundido desagradable con malo y agradable con bueno. Llorar a alguien que quieres es bueno, aunque sea desagradable.

Usted trabaja en salud laboral, ¿qué ve?

Hay más personas que se refugian en el trabajo para escapar de un problema familiar que viceversa. La mayoría de consultas tienen que ver con aspectos personales.

La familia es un terreno complicado.

El núcleo familiar cada vez es más pequeño y frágil, y como tu estado mental dependa de ello tienes un problema. Debes depender de ti mismo, pero la mayoría de las personas, cuando vienen a consulta y te explican sus problemas, lo achacan a los demás.

Hay que hacerse responsable.

Uno ha de aprender a estar bien consigo mismo y, a partir de ahí, dejar entrar cosas que te sumen, pero la mayoría no somos capaces de hacernos felices a nosotros mismos. Tus mínimos de felicidad deben depender de ti.


Contra de la Vanguardia del día 25.02.2024

Publicado el 12 de enero de 2025
Francesc Roca Presas