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“Existimos más allá de lo físico” Jeff Dune

Jeff Dune, doctor en Física Nuclear.

Nací en Nueva York y vivo en Maryland desde hace 20 años. Casado, tengo tres hijas y tres gatos. Trabajo en el Laboratorio de Física Aplicada de la Universidad Johns Hopkins. La política está polarizada, el futuro va a exigir equilibrio. La espiritualidad es nuestra esencia, somos parte de un organismo vivo superior.


A vueltas con el tiempo

Es investigador e ingeniero de sistemas en la Universidad Johns Hopkins y el presidente de la junta directiva de los Laboratorios Internacionales de Investigación de la Conciencia, un tema que trabaja a fondo y que le ha traído hasta Elx, donde impartió una ponencia en el XVII Congreso sobre la Muerte y el Morir organizado por la Fundación Metta Hospice y el Ayuntamiento de Elx. Su ponencia se titulaba El sentido del tiempo entre la vida y la muerte , sin duda disruptiva plantea la posibilidad de que el tiempo no sea lineal, tal y como lo conocemos, un continuo hacia delante; sino que sea mucho más flexible, de manera que la información pueda fluir también hacia el pasado. Bajo este supuesto, es posible replantearnos el ciclo de la vida y lo que supone la muerte y el nacimiento.


Plantea usted que el tiempo no es lineal.

Sí, que el tiempo no es un continuo hacia delante, ese concepto es una construcción humana.

¿Nos hemos inventado nuestro tiempo?

Sí, y desde que asomamos al mundo nos enseñan que la existencia del tiempo es lo que permite que todo lo demás exista, que podemos mirar hacia atrás en el tiempo, pero no hacia delante, hacia el futuro.

¿Y no es cierto?

Puede que la realidad del tiempo sea mucho más flexible, de manera que la información pueda fluir también hacia el pasado.

¿Es posible?

Por supuesto, de hecho esa convicción de que el tiempo fluye hacia delante es un concepto relativamente reciente.

¿Las civilizaciones antiguas veían las cosas de manera diferente?

Sí, y también lo hacen las ecuaciones de la física moderna, que permiten que la energía y la información fluyan hacia atrás en el tiempo con la misma facilidad que hacia delante.

Pero son ecuaciones.

Las investigaciones proporciona pruebas sólidas de que es mucho más probable que el tiempo sea una construcción cognitiva y organizativa que algo objetivo.

Bajemos a nivel humano.

Hay muchas evidencias, y cada vez más porque ahora se estudia ampliamente, de que somos capaces de tener experiencias en ambas direcciones del tiempo.

¿Hacia el pasado y hacia el futuro?

Sí, y también fuera de los límites del tiempo en su totalidad.

¿Por ejemplo?

El número de relatos de experiencias cercanas a la muerte es ingente y todos involucran cantidad de percepciones imposibles de contener en el tiempo tal como lo entendemos. Ocurre con la revisión de la vida, cuando la persona revisa décadas de experiencias, e incluso las revive, en un instante.

¿Cómo es posible?

No tenemos respuesta en la concepción del tiempo que manejamos. Y hay más preguntas: ¿Cómo es posible que una persona tenga plena conciencia sin actividad neural en absoluto? ¿Cómo puede explicar la actividad neuronal el tener acceso a información no disponible durante una conciencia normal?

¿Entonces nuestra conciencia no depende de la actividad del cerebro?

Hay pruebas abrumadoras de que nuestra conciencia, nuestras propias identidades, no son el resultado de la actividad de nuestras neuronas. Existimos más allá de lo físico.

Y del tiempo, ¿no?

Es precisamente esa comprensión más fluida del tiempo la que nos ofrece otra pers­pectiva sobre cómo vemos la distinción entre vida y muerte.

¿Cómo es esa perspectiva?

El miedo a que la muerte sea el fin se basa en la idea de que hay un flujo ineludible de tiempo en el que algo terminará.

Sí, claro, termina la vida.

Hay alternativas a esta mentalidad: en lugar de considerar la muerte como una conclusión de la existencia, necesitamos reconocerla como un cambio de forma, un cambio que simplemente requiere que cambiemos nuestro enfoque, que lo ampliemos.

¿Pero qué pasa con la muerte y la conciencia de uno mismo?

El yo no está limitado por el tiempo, las evidencias de que la conciencia no es el resultado de la forma física están ahí, y a mí eso me lleva a afirmar que nuestra conciencia no depende de lo físico para su existencia.

¿Lo dice la física moderna?

Efectivamente, lo cual resulta muy emocionante. Un electrón no está ubicado en un lugar y en un tiempo precisos, hasta que no ponemos nuestra atención y medición sobre él, puede estar en varios sitios y espacios a la vez, indefinido, libre del tiempo.

Se define cuando lo observamos.

Exacto, al observarlo le obligamos a estar en un lugar y un tiempo determinados. Solo al afirmar el concepto de tiempo obligamos a la partícula a ajustarse a esa idea del tiempo y solo al afirmar el concepto de posición le obligamos a tener una posición concreta.

Defíname tiempo, según sus parámetros.

El tiempo y el espacio son solo herramientas que nos ayudan a dar sentido a nuestras experiencias.

¿Y la entropía?

Es el único principio basado en la física que dice que el tiempo solo fluye hacia delante, pero las ecuaciones que describen la entropía tienen una segunda solución: la sintropía.

¿Y qué describe?

Un universo en el que la energía y la información fluyen hacia atrás en el tiempo.

Integrar esa ley nos cambiaría, sin duda.

Solo esta experiencia más amplia de la realidad, liberada del corsé del tiempo, nos permite aceptar una visión de la muerte como una puerta hacia un modo de existencia diferente sin pelearnos con la física.

Contra de la Vanguardia del día 29 de Junio 2024


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Publicado el 02 de julio de 2024
Francesc Roca Presas