“Eres un manantial de vida” Miriam Subirana,
Miriam Subirana, maestra espiritual y doctora en Bellas Artes
Tengo 59 años. Soy barcelonesa. Casada y sin hijos. Soy doctora en Bellas Artes y me he formado en Indagación Apreciativa en la Case Western University (Cleveland, Ohio). Soy ecologista y feminista y creo en la necesidad de la participación ciudadana. Creo que hay una vivencia que nos trasciende y que nos une.
Salir del bucle
Lleva 45 años enseñando a meditar, la mayor parte del tiempo, de manera gratuita. Su roce con el dolor y las ilusiones de los demás la ha convertido en una gran conocedora del género humano. Lleva publicados más de una docena de libros; en el último, Meditación contemplativa. presencia, gozo y silencio (Kairós), nos muestra el camino del autoconocimiento, la única manera de apartarse de la oscuridad que habita en todos nosotros sin recurrir a la huida, ese bucle que tanto desalienta. Es fundadora del Instituto Ideia (Diálogos e Indagación Apreciativa) –InstitutoIdeia.es– y como artista está exponiendo La mirada contemplativa i apreciativa , en la sala Ronda de Barcelona. Ha expuesto en Nueva York, Madrid, Londres, Hong Kong, São Paulo, Lisboa y Colonia.
Hoy el miedo nos domina?
Tememos a la muerte, la enfermedad, a ser abandonados, a hacer las cosas mal y ser rechazados. El miedo domina muchos espacios de la vida profesional, personal y ahora pública.
Hay que recuperar la soberanía personal.
Sí, soberanía sobre nuestra mente, que nos martillea con discursos debilitantes. Necesitamos ser soberanos de nuestra mente y de lo que sentimos. Vivir en paz con el tiempo.
Somos intolerantes con nosotros mismos.
Nos exigimos mucho, a veces por perfeccionismo, otras por la necesidad de ser reconocidos. Vivimos en la cultura del número uno.
¿Qué nos falta?
Conectar con el centro de nuestro ser, que es un manantial de vida. Todos somos un burbujeo de vida, pero con tanta capas de miedo, de autorrepresión y culpabilidad, vivimos anestesiando. Nos falta atrevernos, confiar y dejar brotar ese manantial de vida.
Nos asusta adentrarnos en nosotros.
Sí, porque todos tenemos zonas oscuras en nuestro interior y rabia acumulada, expectativas que no se han cumplido, resentimiento por lo que nos han hecho, dicho o nos ha ocurrido.
La mente es difícil de controlar.
La mayoría no puede detener su mente, es un continuo pum pum pum que suelen tapar con distracciones que les alejan más de si mismo. Tememos ir hacia dentro porque es un desnudarte a lo que tu realmente eres, pero que en el fondo es belleza, es ese manantial de vida.
No nos creemos que seamos eso.
Más bien no nos damos permiso para serlo.
¿Tenemos aspiraciones equivocadas?
Yo diría que mal encauzadas. Tenemos aspiraciones que surgen de un modelo relacional equivocado. No es erróneo aspirar al amor, suele serlo el modelo de relación que deseo.
Ideas preconcebidas.
La esperanza es el horizonte, lo que nos ayuda a caminar, pero sin dejar de vivir el presente, esa aspiración no puede ser una huida del presente, debe darme fuerzas para vivirlo con sentido.
¿Cómo reinventarnos?
La valentía, que es el no miedo, y la confianza, son antídotos al miedo. Valentía de darme cuenta de que quizá estoy en un camino, relación o trabajo que no está dando sentido a mi vida.
Necesitamos creatividad para cambiar.
Todos la tenemos, pero el miedo la reprime. La valentía es necesaria para reinventarnos, para atreverme a plantearme preguntas que me lleven a buscar nuevos horizontes.
¿Cuál es la pregunta esencial?
La clásica de quién soy yo. Y yo añadiría el yo relacional, el quiénes somos en la relación con el otro. Constantemente estamos en relación, con el que nos vende las verduras, hijos, padres… Esta pregunta me lleva a quitarme las máscaras que cuestan tanto esfuerzo mantener, a abrirme al otro desde lo que realmente soy.
Ser lo que eres.
Si no estás alineado contigo mismo te afectan tus miedos y bloqueos, decides bajo presión. Se necesita confianza en que cuando se te caigan las máscaras te sentirás aliviado.Y la siguiente pregunta es qué es lo que me da sentido.
No se trata de conectar con tu ombligo.
No, por eso hablo del ser relacional. Todos los caminos espirituales comparten la meditación y el silencio y el servir al otro, es ahí donde se pule el ego y dejas de mirarte al ombligo.
La comunicación es complicada.
La comunicación no violenta se basa en hablar desde lo que yo necesito y no desde lo qué tú has dicho o no has hecho. “Esto que has hecho a mí me sienta mal” en lugar de “esto que has hecho está mal”.
¿Cómo conquistar el poder de nuestra presencia?
Tu mente debe estar donde está tu cuerpo. Segundo, la intención: con qué intención vas a abrir la boca y decir algo. Y atención a la coherencia con tus valores, no hagas en privado lo que no haces en público.
¿No criticar sin fundamento o no criticar?
Antes de juzgar pregunta. No des nada por sentado o, como decía Thich Nhant Hanh, las suposiciones son la raíz del mayor sufrimiento. No supongas, pregunta, así tu presencia será amable, abierta a comprender.
Hay que recuperar el diálogo.
En lugar de hablar de lo que no has hecho, lo que va mal, hablemos de lo que sí has hecho, lo que sí tenemos, lo que ha funcionando y en lo que queremos ver crecer en nuestras vidas. Aquello en lo que nos centramos crece.
¿Debemos vernos con ojos nuevos?
Volver a nacer cada día de la misma manera que nuestras células se renuevan a diario.
Cuando estás oscuro estás oscuro.
Estás oscuro, pero no eres oscuro; sigue habiendo una rendija por la cual puedes llegar a tu centro de luz, y si no puedes hacerlo solo pide ayuda, pero no te quedes ahí.
¿Dónde está esa rendija?
Recuerda un momento de plenitud en tu vida en el que te sentías pletórico, luminoso. Piensa qué es lo que fluía en ti, eso que experimentabas es esa conexión con tu núcleo sano, tu manantial de vida.Ese momento no se puede repetir pero si la experiencia de gozo, de empoderamiento personal.