¿Y si la creatividad no fuera un talento individual, sino una responsabilidad colectiva?
A las puertas de cerrar otro curso escolar, como docente me gusta hacer una pausa para reflexionar sobre mis objetivos profesionales y, más allá, sobre el estado del sistema educativo en su conjunto.
En esta reflexión, siempre recurro a Sir Ken Robinson, educador, escritor y conferenciante de renombre mundial, cuyas ideas innovadoras sobre educación, creatividad y desarrollo humano me resuenan y me inspiran.
Robinson cuestionó profundamente los sistemas educativos tradicionales, señalando que con frecuencia sofocan la creatividad innata de los alumnos y no preparan a las personas para enfrentar un mundo en constante transformación.
Su mensaje central es claro:
La creatividad es tan fundamental como la alfabetización, y debe cultivarse y valorarse con igual compromiso, tanto dentro como fuera del aula.
Su emblemática charla TED de 2006, “¿Las escuelas matan la creatividad?”, sigue siendo una de las más vistas, inspirándonos a repensar paradigmas y prácticas educativas.
En dos entrevistas para La Vanguardia en el año 2010, Robinson sintetiza un mindset que, aunque necesario, aún está lejos de instalarse plenamente en el sistema educativo y organizacional.
Com él dice, la educación se ha renovado, pero no se ha transformado.
Creatividad: redescubrir tu talento para transformar(te)
En la primera entrevista, afirma que “La creatividad se aprende igual que se aprende a leer”. Esto nos recuerda un tema importante:
La creatividad no es un talento exclusivo, sino una capacidad universal que puede florecer o extinguirse según el entorno que la rodea.
Se centra en la creatividad como la capacidad que nos hace subir escalones en lo que entendemos por bienestar. Estar bien con uno mismo y con el mundo que lo rodea.
Robinson nos anima a «desaprender lo mal aprendido en el cole y arriesgarnos a renovarnos hasta encontrar tu propia zona, tu mentor y tu tribu creativa«
Nos recuerda «¡Que la industrialización ya no existe!» Que «Estamos en otro modo de producción con otros requerimientos, otras jerarquías». Y que hemos estigmatizado el riesgo y el error.
Educar para ser productivos y aceptados, tiene un precio muy alto: malgastar la vida haciendo cosas que no nos interesan realmente. Y es por eso que sólo una pequeña minoría es feliz con su trabajo.
Y no podría estar más de acuerdo en cual debería ser la principal función del sistema educativo:
Debería ser hacer descubrir al alumno en qué es bueno, en qué tiene talento, en qué es único. Todos tenemos talento si sabemos descubrirlo.
La educación, – y, añado, también el propio individuo – debe enfocarse a encontrar el propio elemento: la zona donde convergen las propias capacidades y deseos con la realidad.
Cuando la alcanzas, «la música del universo resuena en ti, una sensación a la que todos estamos llamados»
Dos viajes hacia el talento: conocerse y conectarse.
En la segunda entrevista, amplía la primera, y Robinson añade conceptos cruciales: “Tu tribu sabrá ver en tus fallos la semilla de tus éxitos”.
Un sistema saludable no penaliza el error, sino que lo acompaña como parte integral del aprendizaje. No busca homogeneizar, sino celebrar la autenticidad.
Afirma que «el talento es tan personal como la huella dactilar y hay tantos modos de ser inteligente como personas. No se trata de cuán inteligente eres, sino de qué modo eres inteligente».
¿Qué hago para descubrir mi talento?
Robinson propone hacer dos viajes para descubrir nuestro talento:
«Uno hacia el interior de ti mismo y otro hacia el exterior para proyectar tu talento».
El viaje hacia el interior, lo traducimos por conocerse uno mismo: «Si usted quiere conocer a alguien: ¿qué hace? Pasar tiempo a solas con él: pase más tiempo conociéndose».
¿Y cuando me conozca? Llegará un momento en que disfrutarás de tu propia compañía. Entonces encontrarás – y podrás sacar partido – a tu propia tribu creativa.
¿Quién es mi tribu creativa? Las personas con quienes puedes ser tú mismo: te aceptan y puedes reconocer mutuamente el talento y hacerlo crecer juntos.
La creatividad necesita contexto: una lectura sistémica
No se trata solo de alumnos creativos o docentes inspiradores: se trata del ecosistema educativo en su conjunto.
Las potencialidades florecen en contextos vivos, relacionales y dinámicos. Cada alumno, cada docente, cada política, cada cultura escolar forma parte de un sistema que influye —y es influido— por todos los elementos que lo componen.
Desde esta perspectiva, no basta con cambiar metodologías o introducir contenidos nuevossi no transformar también las estructuras, los vínculos y las creencias que los sostienen.
Pensar sistémicamente implica entender que:
Educar no es intervenir sobre individuos aislados, sino nutrir redes vivas de relaciones que permiten que el potencial humano emerja, se exprese y se ponga al servicio del bien común.
Que así sea.
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